sábado, 18 de abril de 2009

Diario del número Cero

Me ha visto un millón de veces debajo de una función y al lado de una x que apuntaba con una flecha hacia mi, pero nunca había caído en que tengo en su vida otro papel diferente al que usa para escribirme.

Estos años ha conocido a muchos profesores que merecen la pena, a los cuales espera poder ver de vez en cuando el año que viene (otro mejor ni recordarlos). Todos en sus dos hogares postizos: el colegio y el conservatorio.

En estos años las teclas del piano se han hecho continuación de sus dedos, la banqueta sus segundas piernas y el negro brillante de la madera, la luz que le guarda mil y un secretos.

En estos años su mesa ha soportado sin rechistar el peso de sus codos mientras ella no paraba de quejarse del peso de su mochila.

En estos años su cama ha visto cómo conforme el tiempo pasaba, le costaba más dejarse caer en sus mullidos sueños.

En estos años las posibilidades de futuro han rondado mucho por su cabeza, pero poco a poco se han ido definiendo.


Y es que poco le queda de "estos años". Es ahora cuando se da cuenta de mi papel; hay ciertos números en su vida que tienden a mi. Apenas una treintena de días para despedirse del colegio en el que ha crecido. Catorce exámenes para demostrarse el fruto del tiempo pasado. Nueve recreos para liberar tensiones con sus compañeros de clase.

Números que ven una meta en mi, ese circulito que encierra el final.

Dentro de mí se reducen todos "estos años".

Sé que me guardará con cariño.

domingo, 5 de abril de 2009

Diario de una soñadora despierta

En mi rato de siesta, tras una leve cabezadita, me despierta algo en la cabeza.
Entonces decido pasar el tiempo que me queda hasta que la alarma suene pensando o, mejor dicho, soñando despierta.
No puedo evitar dibujar una sonrisa que casi se ve más en mis ojos que en mi boca al pensar en un plan contigo.

Cuando las ocasiones son pocas, los momentos son preciados. Y cuando los momentos son preciados los recuerdos preciosos.

Por eso internamente estoy dibujando con mucha delicadeza y optimismo un paisaje en el que envolvernos. Ya está, lo tengo en mente. Sé que tu también lo tienes, y eso hace que mis ojos sonrían aún más. Funden su verde, su azul y su brillo para pintar el cielo sobre nuestras cabezas. Los tuyos lo hacen de noche.

Siento tu tacto y me infunde tranquilidad, seguridad.
Siento tu risa y esta vez mis labios sonríen con ella.
Siento el sueño al que nos llevan nuestras palabras a lo largo de la noche y mis ojos se cierran.
Te siento; y te echo de menos.