domingo, 25 de noviembre de 2007

Diario de un segundo

Menos mal que estuve en el momento adecuado allí. Hay quien no sabe apreciarme, como hay gente para todo en este mundo... Pero por suerte, hoy ha habido una pareja de individuos dispuestos a tomar las riendas de mi breve existencia. Los segundos somos millones, billones, y todos los que puedas contar, pero unos son más cortos que otros, dependiendo de quien los utilice. Bueno, voy a lo que iba; el y ella habían dedicado largas horas a simplemente pensar algo que nos surge a todos en algún momento: "¿qué pensará de mi?". Llevaban más de una semana sin hablarse; ambos estaban en una situación algo confusa, no conseguían definir las vagas líneas que pasaban por su mente al pensar el uno en el otro. Ella caminaba por la calle, algo melancólica; él, sentado en el asiento del autobús, no tenía otra cosa que hacer que perder anhelante su mirada en la nada. Fue entonces cuando llegó mi actuación magistral: sus miradas coincidieron de manera absolutamente inesperada, durante un largo segundo. Sus sentimientos fluyeron sin control durante un largo segundo. Sus sonrisas irradiaron felicidad y satisfacción absoluta durante un largo segundo. Sólo bastó mi insignificante presencia para que se dieran cuenta de que las trayectorias de sus vidas se habían cruzado, de que querían que así fuera durante todos los segundos que tenían por delante, de que las líneas que antes no supieron definir se funden ahora en una sola y verdadera. Mientras unos se dedicaban a simplemente verme pasar como un minúsculo movimiento en la manecilla de su reloj, ellos dieron un claro ejemplo al mundo de lo que significa el amor.


(Originalmente publicado el 16 Junio 2007)

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