domingo, 25 de noviembre de 2007

Diario de una madrugada

No se si te has dado cuenta de las muchas maneras de verme.Para unos soy el final de un arduo día de trabajo, para otros la triste despedida de una magnífica jornada... Por otro lado, para algunos soy el comienzo de un espléndido nuevo día, o el principio de 24 infernales horas...He experimentado todas estas perspectivas en un sólo día de mi vida. Sin duda, de este día destacaría tres personas en concreto para las que he sido importante de una forma u otra.

La primera es una ancianita. Su marido murió hace poco más de un año, y desde entonces la soledad ha invadido su vida de tal manera que empezaba a perder la percepción de la realidad. Estaba sentada en su antigua mecedora en el porche, contemplando el suave baile que la brisa provocaba en las hojas de los árboles. Con sus débiles dedos sujetaba la última fotografía que se hizo con su marido. Al mirarle a los ojos, una sonrisa llenó su ser de paz y felicidad, mientras sus párpados se cerraban despacio hasta por fin juntarse del todo. Al despertar ahí estaba yo. Ya se podían distinguir en el cielo mis característicos y armoniosos colores. Al verme decidió que era hora de acostarse, y tras dejar la fotografía en la mesilla junto a la cama, apoyó las frías mejillas en la almohada que una vez compartió. Cerró los ojos. Pero esta vez no despertó. Mi llegada ayudó a que ella se reencontrara con su amado y difunto marido en la eternidad, donde ahora disfrutan el uno del otro.La segunda es una niña de cerca de 10 años que al yo hacerme entrever por las contraventanas de su cuarto, no pudo contenerse y se levantó de golpe. Hoy es su cumpleaños, y se desvive por hacerse la foto familiar tradicional en el salón entre un amasijo de trazas de papel de regalo por el suelo, confeti, y varios regalos que nunca olvidará. Abrió la puerta de la habitación de su hermana, y vio que ella estaba dormida, evidentemente, pero su ordenador estaba encendido. Pasó horas leyendo algo que le hacía esbozar levemente una sonrisa hasta que su lectura se interrumpió por una llamada de teléfono. Su abuela había muerto. La niña no pronunció una palabra. No despertó a nadie. Se limitó a seguir leyendo. La foto de este año estaría incompleta, pero algo hizo que la niña no perdiera la fuerza de afrontar los hechos de una manera envidiable. Mi llegada ayudó a que ella valorara la vida como nunca lo había hecho.La última es también una chica. Su vida no tiene nada de especial. No se ha muerto nadie de su familia ni creo que vaya a morir ella. Es una adolescente que como todos tiene sus problemas, sus ilusiones, sus penas, sus alegrías... El resto del día parece ser que no le ha cundido mucho, pero a mi llegada empezó algo cuyas repercusiones desconoce. Se sentó en la silla del ordenador y empezó a plasmar lo que llevaba dentro acompañada del ágil y redondo sonido de sus dedos en el teclado. Ella lo hace quizás por desahogarse, quizás por entretenerse, por hacer que el tiempo que ocupo sea más ameno... No lo sé. Pero lo que ELLA no sabe es que lo que escribe ayuda a mucha gente. Hace sonreír a los tristes, hace llorar a los reprimidos, hace valorar las pequeñas cosas, hace cobrar fuerzas en los momentos más difíciles... Mi llegada ayudó a que ella pusiera a tu alcance todo esto que puede que ya hayas experimentado con sus palabras.
Espero servirte de algo, si no es hoy, mañana...




(Originalmente publicado el 24 Agosto 2007)

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